Hay días en que me siento frágil
Hay días en que me siento frágil. Días en los que las perspectivas de mi vida se ven desfavorables. Que siento que no puedo más y que llegó el fin. Entonces me detengo, respiro y como en una película, comienzo a proyectar todas las herramientas que la experiencia, los aprendizajes, el universo, me han proporcionado y logro ver otras perspectivas de mi vida.
Este 2023 ha sido un año de muchos cambios, aprendizajes y retos. Nunca imaginé que vendría a una ciudad pequeña, atrasada en su desarrollo, donde la sociedad en su mayoría es ultraconservadora; donde hay pocas oportunidades para salir adelante; donde los gritos son la forma de resolver algunos conflictos. Donde las mujeres son más machistas que los mismos hombres.
Ahora, casi 8 meses después de haber llegado, empiezo a entender por qué la vida me trajo hasta acá. Yo necesitaba verme en un espejo diferente al que tenía en casa para comprender lo que estaba pasando en mi interior. Y lo digo porque lo que pasa afuera, es el espejo de nuestra propia vida. Entonces eso que nos molesta tanto del otro, es lo que no me gusta de mí misma.
Hay días en que me siento frágil y me molesta que mi compañero de trabajo no haga lo que le corresponde. Es entonces cuando me miro en el espejo y entiendo que eso que veo en él, es el reflejo de algo que no me gusta de mí. Si, aunque te cueste creerlo es así. Entonces, todo lo que hoy me molesta de la ciudad, de su gente, del trabajo, son cosas mías. De esta manera mi aprendizaje es verlas, aceptarlas y superarlas.
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Te explico con ejemplos
Me devuelvo al segundo párrafo de mi escrito. Y así como describo a la ciudad, así me he estado sintiendo yo, aunque solo hasta ahora lo hago consiente. Te voy a explicar cada punto.
Ciudad pequeña, atrasada en su desarrollo. Así me he sentido: pequeña y atrasada. Y cuando me enfrento a una situación compleja en la que percibo que me descalifican y le doy poder a ese sentir, me derrumbo. El miedo se apodera de mi y empiezo a dudar de mis talentos y de lo que soy capaz de hacer.
Una sociedad en su mayoría, ultraconservadora y donde las mujeres son más machistas que los mismos hombres. Por momentos me dejo llevar de lo que otros piensan y no defiendo mis ideas. Siento que no vale la pena discutir porque, al final, los otros tienen razón y lo que yo pienso es descabellado.
Hay pocas oportunidades para salir adelante. Es como si sintiera que como tengo pocas opciones laborales para salir adelante, decido quedarme en la opción que siento “segura” porque de lo contrario me puedo quedar sin nada.
Los gritos son la forma de resolver algunos conflictos. Cuando carecemos de argumentos para debatir o defender nuestras ideas o para motivar a alguien para que cumpla con lo que debe hacer, creemos que la única forma de lograr nuestro propósito es gritando. Y puede que en algunos momentos funcione, pero llega el día en que te das cuenta de que tus gritos lastimaron innecesariamente a esa persona que gritaste.
Hay días en que me siento frágil, como hoy y recuerdo que de niña escuché muchas expresiones negativas que me invalidaron: “si un hombre se cae, se levanta y no pasa nada. Pero una mujer se cae y nadie la levanta”. “Los hombres en la calle y las mujeres en la casa”. “Las mujeres tienen que aguantar para mantener unida a la familia”. “Las mujeres son débiles y hay que protegerlas”.
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Todo está claro
Hoy todo está más claro para mi y agradezco todo lo que he vivido, sentido, aprendido en esta ciudad. Todavía faltan muchas experiencias más que recibiré con el corazón abierto. También estaré atenta a resetear mi diccionario interno para dejar solo aquellas palabras que me empoderan.
Te invito a que revises lo que te está pasando y te mires a través del espejo. Ahí vas a encontrar muchas respuestas. También te invito a borrar de tu disco duro esas palabras que te han hecho daño y establezcas un nuevo diccionario interno que te ayude a evolucionar.