Las palabras determinan nuestra vida

Desde hace muchos años, tal vez 25 o 30 años, he escuchado que todo lo que decimos es el reflejo de los que somos y al mismo tiempo, determina lo que seremos. Por eso debemos ser muy cuidadosos con lo que decimos porque las palabras determinan nuestra vida.

El poder de la palabra ha sido un tema discutido y estudiado muchos pensadores y estudiosos a lo largo de la historia de la humanidad. Pero parece que se hubiera borrado de la memoria colectiva porque seguimos hablando y diciendo, lo que no deberías decir.

En algunas culturas orientales, este tema está inmerso dentro de su doctrina ancestral. Y hoy quiero abordar este tema desde la óptica del budismo tibetano.

Compromisos éticos del budismo

Para comenzar te voy a contar que para la tradición budista existen10 compromisos éticos que todos los seres humanos deberíamos cumplir si queremos avanzar en nuestra evolución:

  • – No tomar ninguna vida
  • – No tomar lo que no nos pertenece
  • – No tener conductas sexuales dañinas
  • – Abstenerse de hablar con rudeza
  • – Abstenerse de mentir
  • – No hablar de banalidades
  • – No difamar
  • – Abandonar la avidez

Si te fijas de estos 10 compromisos, tres están relacionados con el cuerpo, tres con la mente y cuatro con la palabra.  Según Buda, padre del budismo, lo que decimos suele tener más peso y por lo tanto, incide con mayor fuerza en el karma que experimentaremos en nuestra vida.

Teniendo como guía al Lama Rinchen Gyaltsen que es un maestro de meditación y filosofía de la escuela Sakya de budismo tibetano, te compartiré algunos aspectos de los compromisos relacionados con la palabra (no hablar con dureza, no mentir, no difamar y no hablar banalidades).

No hablar con dureza u ofensa (incluye el sarcasmo)

Las palabras hieren más que las espadas, particularmente durante la infancia.  En la primera etapa de la vida cuando la mente es más fértil y el corazón limpio e inocente, una palabra puede convertirse en una espina que causa mucho daño y que puede permanecer enterrada para siempre.

Recuerdo que cuando era niña, mi familia marcaba mucho la diferencia entre hombres y mujeres.  Por ejemplo, si yo quería jugar con mis hermanos y mis primos, inmediatamente me decían “una niña que juega igual que los niños es una brincona. Tu debes permanecer juiciosa al lado de la mamá, las tías, las mujeres”.  Y yo con ganas de jugar con los niños.  Que aburrición para una niña de 8 o 9 años.

Eso que me dijeron tantas veces incidió negativamente en mi vida muchas veces.  En ocasiones me limité a tomar riesgos en mi vida porque era mujer y me sentía débil o vulnerable.

¿Cuántas veces le hemos dicho palabras ofensivas a una persona para luego arrepentirnos?  Con los niñas y niños, ocurre con frecuencia que los descalificamos, los invalidamos o insistimos en decirles que son necios, que no obedecen, etc.  Eso además de sentenciarlos y atarlos a lo que les estamos diciendo,  nos impide ver lo que ese ser inocente está sintiendo.

Cuántas veces, nosotros mismos nos herimos diciéndonos tontos, pendejos, incapaces… Y lo peor es que estamos o quedamos convencidos de eso.

En otros casos parecemos en actitud revanchista.  Cuando sentimos que estamos en conflicto o en desventaja frente a alguien y estamos a la espera de ganarle, lo señalamos, o le recordamos un defecto o simplemente le ponemos el dedo en la llaga recordando algo que sabemos que puede afectarle.

¡Pilas! Empieza a ser consciente de lo que te dices y lo que le dices a las personas que están en tu entorno cercano. Tomar un tiempo para empatizar con los demás, comprender cuáles son sus puntos sensibles, puede ayudarte a evitar palabras hirientes.

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No mentir

Cada uno de estos elementos tiene un Karma completo.  Por ejemplo, Cuando tienes la intención de mentir de forma premeditada estás planeando engañar a alguien. Y cuando le dices a ese alguien esa mentira, esa persona es engañada y al alegrarte por haber engañado a ese ser, entonces tienes lo que se llama un karma completo.

¿Qué te lleva a mentir? ¿Por qué y para qué le mientes a la persona que dices amar? Una mentira, trae otra y luego otra y otra y otra.  Los mentirosos siempre se enredan y tarde o temprano, terminan descubiertos.

Entonces, si solo te dedicas a no mentir, a ser una persona transparente y honesta, tendrás trabajo suficiente para avanzar en tu camino hacia una mejor versión de ti.

No difamar

Hay 5 acciones que el Buda consideró graves, atroces: herir o matar a un Buda, matar a un santo, a la madre, al padre y crear división en una comunidad espiritual o sangha.

A simple vista, la última acción no encaja en una falta grave. Sin embargo, para Buda, tiene el mismo peso matar a uno de esos seres sagrados que crear una división que destruya todo lo bello que puede surgir de la armonía de una comunidad espiritual.  Allí las personas colaboran, acompañan, amparan, ayudan.  Entonces cuando alguien con la difamación promueve esa división, muchas personas no solo entran en conflicto, sino que se alejan del camino espiritual.

En las familias a veces se hacen comentarios negativos de alguien que pasan de un familiar a otro y como la pólvora no solo se enciende rápidamente, sino que produce daños irreparables en esa persona y en todo el núcleo familiar.

Se que muchas veces no es fácil controlar los comentarios descalificadores. Sin embargo, asume la tarea de decir solo cosas positivas de todas las personas.  Las negativas déjalas para ti, guarda silencio y olvídalas pronto. Y si la persona está ausente, solo habla de sus virtudes.

No conversar de banalidades

La charla ociosa es una pérdida de energía. Se desperdicia la energía del cuerpo, de la mente y del verbo. Y cuando la requiramos para asuntos importantes va a estar agotada.

Si tú eres una persona precavida, que habla cuando corresponde, cuando tu aporte es importante, entonces estarás canalizando positivamente tu energía y las personas te escucharán. Pero si hablas mucho y sin sentido no solo desperdiciarás tu energía, sino que los demás no te prestarán atención.

Otro problema de la charla ociosa es que estimula nuestra mente y la deja activada por mucho tiempo.  Entonces cuando te sientas a meditar, aunque la lengua se haya detenido, sigues sintiendo los efectos de ese bla, bla, bla, en tu mente, mucho tiempo.

El maestro de meditación y filosofía de la escuela Sakya de budismo tibetano, Lama Rinchen Gyaltsen, dice que “el hecho de disparar nuestra lengua sin tregua, sin medida, no solo tiene un impacto inmediato en los otros, sino que también deja la mente operando a muchas revoluciones y eso complica nuestra práctica espiritual”.

Y esto no es carreta, según el Lama, cuando se hacen retiros espirituales, particularmente de silencio, toma 3 días para salir del remolino en el que se encuentra tu mente, como consecuencia de tano bla, bla, bla.  Cuando se aquietan los vientos, las energías, el remolino en tu mente, empieza a surgir una paz que desconocíamos y esa paz es muy valiosa.

Entonces, todos los caminos que nos impulsan a ser mejores seres humanos nos hablan del poder de la mente y de la palabra, algunos de ellos dejaron mensajes muy claros:  “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.” (Mahatma Gandhi).