Hoy quiero reconciliarme con ellos

Hoy quiero reconciliarme, con  la energía masculina, con ellos, con los hombres cercanos y lejanos.  Si bien he tenido que padecer las consecuencias de vivir en una sociedad patriarcal y pertenecer a una familia conservadora, hoy reconozco que los hombres también tienen sus propios dolores y son importantes y necesarios en mi vida.

Comencemos con la celebración de los días clásicos. A diferencia del Día Internacional de las Mujeres, el Día Internacional de los Hombres no es una fecha reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Sin embargo, desde 1999 a nivel mundial, esta fecha se conmemora el 19 de noviembre y su propósito es «fomentar la igualdad de género y destacar modelos masculinos positivos».  En Colombia la celebración tiene una fecha diferente y su motivación es más religiosa.  Es el 19 de marzo, día en el que se honra a San José, padre de Jesucristo.

Entre las dos conmemoraciones hay una gran diferencia.  La primera está motivada por las reivindicaciones que originan una mayor movilización social y de pensamiento, mientras que las motivaciones del Día del Hombre parecen obedecer a un “tocó”. A veces ni nos acordamos. Por eso y con un poco de razón, hoy se alzan muchas voces masculinas reclamando justicia en la celebración de su día.

Ellos y yo

Mi relación con ellos ha tenido altos y bajos. Hoy pienso que la responsable de esa situación fue la educación y la información que recibí de mi familia.   Allí siempre se reafirmó una gran diferencia entre hombres y mujeres:  “Ellos son los que tiene el poder económico y social.  En la mesa se les sirve de primero y las mejores y más abundantes porciones. Pueden salir de casa y regresar cuando quieran.  También son los que invitan, ordenan y pagan”.

Pero, aunque la situación ha cambiado un poco, los hombres también han sido víctimas:  víctimas de la castración de su femenino.  Ellos por ejemplo, siempre deben mostrarse fuertes, ser bruscos y practicar actividades de alto impacto.  A ellos les está prohibido llorar y no está bien visto que sean delicados en su trato y en su hablar y mucho menos que les guste el ballet.

Asumir la responsabilidad económica de un hogar, también era un reto para ellos.  Y muchas veces fueron desplazados del hogar.

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Hace poco escuchaba a Luz Adriana Valle, experta en constelaciones familiares que decía que las mujeres hemos sido responsables del distanciamiento de los hombres en el hogar.  Si, en nuestro afán de ser las super mujeres asumimos todas las responsabilidades de la casa y los desvinculamos de la casa.

El cuidado de los hijos ha sido más responsabilidad de la madre que del padre. Así que, sin querer, marcamos una distancia en la relación de ellos con sus hijos.  Y nosotras como madres nos enfocamos tanto en esos pequeños seres que llegan a nuestra vida que nos olvidamos ellos.  Muchas veces, ni siquiera somos conscientes de esa realidad.

Agradezco su existencia

Es cierto que, a lo largo de nuestra historia, hombres y mujeres hemos tenido encuentros y desencuentros. Reconozco que los he señalado, juzgado y utilizado. También los he necesitado, amado y disfrutado.  He tenido incondicionales amigos  y grandes amores.

Agradezco la existencia de todos los hombres que me he encontrado en el camino, de los que me han amado y los que no; los que me han hecho llorar y los que me han apoyado; mis ancestros y mis descendientes, mis maestros, mis amigos, mi hijo.  Si ellos yo no sería quien soy y mi vida no sería la misma.

Ellos también son seres extraordinarios.  Gracias a todos por existir.