Fíjate cuán poderosa(o) eres tú

Ubicarnos en el papel de víctimas nos cierra las posibilidades de crecer, avanzar, evolucionar.  Hacernos responsables de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras decisiones nos empodera. Fíjate cuán poderosa(o) eres tú.

A veces vamos por la vida en automático.  Pero un automático negativo (renegando, señalando, criticando, viendo el punto negro en la pared blanca).  Esto nos roba nuestro poder y la vida es como un boomerang, lo que envíes al universo, eso mismo, regresa.  Si maldices, recibirás adversidades.  Si bendices y agradeces, recibirás prosperidad.

Cuando estaba finalizando mi carrera de Comunicación Social y realizaba mi práctica en un noticiero nacional, llegó la  noticia de que habían atacado a un convoy del ejército en Arauca.  En ese entonces los celulares no existían. Por lo tanto, comunicarse con el lugar de los hechos era muy complicado. 

Uno de los periodistas me pidió que encontrara una forma de comunicarme con alguien.  Casi me muero del susto con semejante responsabilidad.  Yo era una practicante muy insegura.  Entonces saqué mi mejor versión de víctima: Mencioné las dificultades de la comunicación, me quejé de que estaba muy complicado, que se cortaba la llamada, bla, bla, bla.

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El periodista encargado del tema, en tono retador me dijo: “¿No va a ser capaz? ¿Se va a dejar chiviar*? Y sus palabras quedaron retumbando en mis oídos y fue como si me hubiera cacheteado.  Lo miré en silencio y pensé: “las pelotas, yo no voy a quedar como una pendeja”. 

En ese momento me sentí super poderosa.  Entonces llamé a uno de los asistentes para que me apoyara con los equipos técnicos para grabar la llamada; luego me fui para una de las oficinas del segundo piso, tomé el directorio, empecé a marcar teléfonos al azar hasta que… ¡Bingo! Me contestaron.

Ese primer contacto me remitió a otro número y allí me contestó uno de los suboficiales que había resultado ileso en el atentado y me contó toda la historia.  Cuando bajé a contarle al periodista que tenía la historia me miró con sorpresa: no lo podía creer.  Yo tampoco, ja, ja, ja. En ese momento, vi cuán poderosa era.

Entonces llegó un segundo reto.  Debía salir en el noticiero presentando esa noticia.  Ahí sí, casi me da un infarto.  Por fortuna el camarógrafo que me asignaron en ese momento, se portó como un sol: con toda la paciencia del mundo me motivó y me ayudó a hacer esa presentación.  Después de un sin número de intentos lo logré y esa noche este pechito, abrió el noticiero.

La vida siempre va a ponerte retos.  Cada vez más grandes.  No te venzas antes de intentarlo.  Fíjate cuán poderosa(o) eres tú.  Y lánzate, aunque sientas miedo.  Te aseguro que después de hacerlo, sentirás, además de tu poder, una gran satisfacción.

*Expresión que significa que un periodista de otro medio saca una noticia primero que uno.