El mañana no existe y el ayer tampoco

Hace exactamente dos años, conocí a Lukas Henao, un músico que se gana la vida regalando conciertos en las calles de Medellín. Este hombre ha sobrevivido a muchas dificultades.  Su éxito no está en la fama sino en permitirse fluir con la vida porque “no importa cuántos planes tengas, el mañana no existe y el ayer tampoco”.

Aunque la guitarra lo persigue desde que tenía 7 años cuando sus padres le regalaron el instrumento en una Navidad, fue hasta los 20 que empezó a rasgar las cuerdas. Sus avances fueron muy lentos porque el trabajo le dejaba poco tiempo para practicar.  Además, en aquella época no se vivía de la música entonces era mejor estudiar.

Se presentó a varias veces en universidades públicas para estudiar Arquitectura pero no pasó. Luego intentó otros programas académicos y aunque los comenzó, no los terminó porque el trabajo, el tiempo, las distancias que debía recorrer, se lo impidieron. Así que la universidad no fue lo suyo.

A los 28 años un accidente de tránsito partió su vida en dos.  Entonces decidió darle espacio en su vida a la guitarra.  Y comenzó a salir a las calles de la ciudad con su música, después de la jornada laboral. Muy pronto se dio cuenta que le iba mejor con la música y se despidió del trabajo que tenía en ese momento.

Desde el 2017, la guitarra le ha dado “para cubrir sus necesidades básicas, para la gasolina de la moto, para la ropa, para tomar “fresquito” …”. Hoy Lukas, con gran satisfacción reflexiona y agradece lo que ha vivido porque “cuando uno se permite fluir con la vida las cosas se dan”.

Un nuevo emprendimiento

Paralelo a sus presentaciones callejeras, lanzó un emprendimiento de comercialización de café que todavía no le ha generado rentabilidad: “parce me está yendo como a perro en misa”.

Su nuevo negocio se llama la Bombilla Verde y es un puesto de café ambulante con el que también, recorre  la ciudad. Y aunque Lukas tiene muy buenas intenciones con sus emprendimientos, en este caso, le ha ido regular. “No ha podido arrancar porque me molesta mucho espacio público y otros venteros, pero bueno ahí vamos.”.

Por ahora va a estar en el parque principal del municipio de La Estrella. Y aunque es consciente de que debe conseguir los permisos de espacio público (que según él mismo cuenta, están congelados desde 2012) espera que allí haya menos presión.

“Entonces yo no voy a dejar de trabajar la calle porque no me den un permiso. Con respeto a espacio público, a la policía y a las leyes  yo sigo haciendo la guerra en el espacio público.  Obviamente acatando las órdenes y si me dicen que me vaya, pues me voy».

Para Lukas el espacio público es el mejor escenario para trabajar con su guitarra. Aunque tiene redes sociales, su intención de tenerlas es permanecer en el tiempo “que cuando yo tenga 60 años pueda ver un archivo de lo que yo hacía cuando estaba joven”.

Cuando le pregunto por el futuro se ríe y me da una respuesta que me cuestiona: “Antes del 2017 trabajaba en empresas organizadas con horarios establecidos, donde había planeación y todo me salía horrible, estaba financieramente quebrado, debía aquí y allá. Hoy en día, simplemente trato de tomar acción en el presente y vivirlo. Entonces no hago muchos planes futuros. Estoy aquí y ahora”.

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Sin embargo, le sigue “metiendo en la ficha” a la guitarra y al negocio del café. Con ellos tiene una ruta y algunas metas, pero no se obsesiona con eso: “no me desvela y no pierdo tiempo pensando en cómo voy a hacer para llegar allá, simplemente vivo el presente, teniendo en cuenta que quiero esas cosas”.

Con todas las dificultades que ha tenido que enfrentar en la calle, Lukas tiene claro que si volviera a nacer escogería la misma vida con errores y todo porque de ellos aprendió muchísimo.

Y recuerda un fragmento del poema de Verónica Ann Shoffstall, Después de un tiempo: “Con el tiempo también aprendes que la vida es aquí y ahora, y que no importa cuántos planes tengas, el mañana no existe y el ayer tampoco”.