Solo para maestras y maestros que aman lo que hacen
Cada 15 de mayo, los salones de clase se llenan de flores, abrazos y palabras de gratitud. Es el Día del Maestro, una fecha que en muchos países —incluido Colombia— se celebra con bombos y platillos. Pero ¿de dónde surge esta conmemoración? Este es un sencillo homenaje solo para maestras y maestros que aman lo que hacen.
La historia se remonta a 1950, cuando el papa Pío XII proclamó a San Juan Bautista de La Salle —sacerdote y pedagogo francés del siglo XVII— como patrono universal de los educadores. Entonces, el gobierno de Colombia ese mismo año adoptó el 15 de mayo como Día del Maestro en honor a este santo, fundador de la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y pionero de la educación gratuita y accesible. Desde entonces, cada año se exalta a todos los hombres y mujeres que, como él, dedican su vida a enseñar con vocación.
Y es precisamente esa vocación la que impulsa a maestras como Ángela Cárdenas, docente rural en una vereda en el Tolima, reconocida como la maestra que, en lugar de esperar a que sus estudiantes llegaran a la escuela, iba por ellos. Con morral al hombro, libros en mano y una sonrisa firme, caminaba varias horas al día para visitar casa por casa a sus alumnos que, por la pandemia o por dificultades económicas, no podían asistir a clase.
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Pero su ingenio no se detuvo allí. Para que el aprendizaje fuera divertido, también convirtió botellas recicladas en juegos didácticos, grabó cuentos en su celular y los envió por WhatsApp a las familias que no tenían televisión, y hasta organizó concursos comunitarios de lectura al aire libre. “Yo enseño con lo que tengo, pero sobre todo con lo que soy”, dice Ángela, con la humildad y determinación que solo un verdadera maestra puede expresar.
Historias como la suya nos recuerdan que enseñar no es simplemente transmitir conocimientos. Es acompañar, inspirar, motivar y construir esperanza en medio de la adversidad. Es tener paciencia para explicar una y otra vez, sensibilidad para notar cuando un alumno calla más de lo habitual, y creatividad para transformar obstáculos en oportunidades.
El Día del Maestro es una oportunidad para reflexionar sobre el valor inmenso de quienes educan con el alma. Esos héroes y heroínas silenciosos que, como Ángela, enseñan no por obligación, sino por vocación, siguiendo el ejemplo de Juan Bautista.
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Espero que la vida te haya premiado con esa maestra o maestro que transforma positivamente, para que hoy honres su existencia con tu agradecimiento. Porque detrás de cada aprendizaje y cada logro estuvo ese ser humano que creyó en ti, incluso antes de que tú lo hicieras.
Mi reconocimiento y gratitud infinitos solo para maestras y maestros que aman lo que hacen.