El arte erótico del condón de 200 años

El Rijksmuseum de Ámsterdam ha desatado una controversia global al exhibir un preservativo de 1830 decorado con una escena erótica que escandaliza a muchos: una monja señala a uno de tres clérigos excitados bajo la leyenda «Voilà mon choix». El arte erótico del condón de 200 años que une salud sexual y memoria histórica.

Esta pieza, fabricada con intestino de oveja, no solo revela prácticas sexuales del siglo XIX, sino que invita a reflexionar sobre la evolución cultural de la salud íntima. Su exposición temporal «¿Sexo seguro?» conecta arte, historia y salud, recordándonos que el cuidado del cuerpo y el placer han sido preocupaciones humanas transversales.

Sexualidad y simbología

El preservativo expuesto funciona como un espejo de su época. La escena grabada parodia el Juicio de Paris —mito griego donde el príncipe troyano elige entre diosas—, sustituyendo a las deidades por religiosos y trasladando la elección a una monja.

Esta inversión satírica cuestiona el celibato clerical y subraya la agencia sexual femenina, un tema aún relevante en debates contemporáneos sobre autonomía corporal. Según el Rijksmuseum, el objeto probablemente era un souvenir de algún burdel de la época,  combinando función práctica (prevención de sífilis y embarazos) con expresión lúdica.

El material —intestino animal— remite a métodos ancestrales. Aunque los primeros registros de preservativos datan del siglo XVI (en textos del médico Gabrielle Falloppio), su uso se popularizó en el XIX con caucho vulcanizado. Sin embargo, este ejemplar se destaca por su dimensión artística: la técnica de grabado, usual en obras religiosas o retratos, aquí se aplica a un objeto íntimo, demostrando que el arte no solo decoraba salones, sino también espacios de placer.

Salud sexual: entre el riesgo y el tabú

La exposición contextualiza el condón dentro de una sociedad donde la prostitución era común, pero las ITS —especialmente la sífilis— causaban estragos. Aunque el preservativo, al parecer, reducía riesgos, su fabricación artesanal (costura manual y materiales perecederos) limitaba su eficacia. El miedo a enfermedades convivía con la moralidad victoriana, que estigmatizaba su uso excepto en contextos «inmorales» como los burdeles.

Este conflicto entre prevención y pecado todavía permanece. El preservativo moderno, de látex o poliuretano, es 98% efectivo con uso correcto, pero persisten barreras culturales y religiosas. La pieza del Rijksmuseum, al fusionar erotismo y funcionalidad, simboliza una búsqueda histórica de equilibrar placer y protección, un principio clave en el bienestar humano.

Del museo al autocuidado

La adquisición de este condón por el Rijksmuseum —solo se conocen dos ejemplares similares— enriquece una colección que tradicionalmente ignoraba la sexualidad cotidiana. Su exhibición coincide con un momento global de reivindicación de la educación sexual integral, donde entender el pasado ayuda a desmontar estigmas.

Holísticamente, el objeto invita a ver la salud sexual no como un tema clínico, sino como un entramado de prácticas culturales, decisiones personales y derechos. La frase «Voilà mon choix» resuena en movimientos actuales que defienden la elección informada sobre el cuerpo, desde el acceso a anticonceptivos hasta el consentimiento.

Conclusión: arte, historia y placer consciente

Al admirar el arte erótico, recordamos que la sexualidad humana siempre ha oscilado entre tabú y aprobación, entre riesgo y cuidado. En un mundo donde el bienestar integra mente, cuerpo y espíritu, el arte erótico del condón de 200 años, invita a normalizar conversaciones sobre placer seguro, autonomía corporal y legado cultural.

Lee también De Tierra Prometida a territorio de guerra

Como escribió Camilo José Cela en su Diccionario secreto, el condón es tanto «funda preservativa» como símbolo de una libertad que, siglo tras siglo, se abre paso entre costuras históricas.