La electropolución: un enemigo invisible
Vivimos rodeados de antenas de telefonía móvil, routers Wi‑Fi y hasta líneas de alta tensión que generan ondas electromagnéticas que nos envuelven sin que lo notemos. Esta exposición podría estar produciendo efectos negativos en nuestra salud y el ambiente. Te invito a conocer la electropolución: un enemigo invisible y sus efectos para nuestra salud.
Efectos recientes en la salud y el ambiente
Desde hace mucho tiempo la ciencia viene estudiando los efectos de la exposición continua a ondas electromágnéticas. Dentro de las investigaciones se realizó una que consistió en la exposición de ratones durante cinco años a radiación de celulares y Wi-Fi; dentro de los hallazgos se encontró estrés oxidativo, daño en el ADN de la sangre y alteraciones en esperma y tejidos reproductivos.
En Colombia, la Universidad Nacional alertó que estar expuesto en exceso a estas radiaciones “podría afectar la médula ósea, el cerebro, el sistema endocrino y reproductivo”. En la práctica cotidiana se habla de síntomas inespecíficos: dolores de cabeza, fatiga, alteraciones del sueño o estrés mental por el uso excesivo de dispositivos.
Sin embargo, la OMS insiste en que, con niveles promedio, no se han observado efectos inmediatos graves, pero el hecho de que organismos como la Agencia Internacional del Cáncer (IARC) consideren las radiofrecuencias “posiblemente cancerígenas” deja la puerta abierta a seguir investigando.
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En el medio ambiente, las preocupaciones son aún mayores. Miles de científicos alertan que los límites actuales protegen solo a humanos y no a la fauna ni la flora.
Un estudio de 2023 concluyó que la mayoría de las investigaciones detecta “impactos perjudiciales” en insectos incluso a niveles legales permitidos, incluyendo reducción de fertilidad, estrés oxidativo y alteración de comportamiento. Polinizadores y pájaros parecen especialmente vulnerables a las nuevas frecuencias 5G, y hay informes de daños en las copas de árboles situados cerca de estaciones base.
Ante esta situación, algunos expertos ambientalistas piden desarrollar estándares específicos para proteger ecosistemas enteros de esta “nueva forma de contaminación ambiental”.
Políticas globales para controlar la electropolución, el enemigo invisible
Ante este panorama y para generar consciencia, cada 24 de junio se celebra el Día Internacional contra la Contaminación Electromagnética. fecha creada en 2007 para concientizar a la humanidad sobre este riesgo.
A través de esta conmemoración se han visibilizado protestas sociales y se han revelado sentencias judiciales. Una de ellas, en España, donde los tribunales ordenaron retirar unos transformadores ubicados cercanos a varias viviendas, tras constatar peligros por radiación. El objetivo es claro: presionar por normas más estrictas y educar a la sociedad sobre la electropolución: un enemigo invisible
A nivel mundial, la mayoría de países adopta las directrices internacionales basadas en la ciencia para regular la emisión de radiación no ionizante. La OMS y la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP) elaboran límites conservadores de exposición, con amplios márgenes de seguridad.
Por ejemplo, la Unión Europea fija los límites para la población general al menos 50 veces más bajos que el nivel en que podría aparecer cualquier efecto sobre la salud. Aunque esos topes no son vinculantes en sí, el Código Europeo de Comunicaciones Electrónicas insta a los estados a aplicarlos de manera coherente.
En la práctica, la industria móvil argumenta que basta con certificar que las antenas cumplen los estándares y realizar verificaciones puntuales. Sin embargo, la propia OMS recomienda ser precavidos: exige cumplir rigurosamente los límites vigentes e incluso sugiere instalar barreras en zonas de alta intensidad, consultar a la comunidad antes de ubicar torres y mantener una comunicación transparente sobre los riesgos.
Según estas normas globales, si el público no supera los límites ICNIRP “no se producen efectos perjudiciales conocidos” en el corto plazo. Aun así, muchos científicos piden seguir investigando –sobre todo en tecnologías 5G– porque los efectos adversos pueden ser sutiles o tardar años en aparecer.
Los marcos normativos internacionales existen y son exigentes, pero su aplicación real depende de la vigilancia local y de que se adopte una verdadera “precaución” colectiva.
El caso de Colombia
En Colombia la regulación sobre contaminación electromagnética está al día con las recomendaciones internacionales. El Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC) y la Agencia Nacional del Espectro (ANE) han dictado normas inspiradas en las guías de la ICNIRP y la UIT.
El Decreto 1370 de 2018 y la Resolución 774 de 2018 establecen límites de emisión de radiación muy conservadores. Según el gobierno, estos niveles son tan bajos (aproximadamente 50 veces inferiores al umbral térmico) que garantizan la protección de la salud. De hecho, recientes resoluciones (como la 773 de 2023 de la ANE) reiteran que las exposiciones actuales, dentro de los límites reglamentarios, “no producen ningún efecto perjudicial conocido”.
En la práctica, esto significa que mientras las antenas respeten la normativa (medidas y manuales de instalación obligatorios) no debería haber riesgo para los colombianos. Al mismo tiempo, se han impulsado debates jurídicos y proyectos de ley para reforzar el principio de precaución en torres y estaciones.
Si bien Colombia cuenta con políticas claras basadas en criterios científicos, el reto es hacerlas cumplir rigurosamente y exigir estudios de impacto ambiental para cada nueva instalación de antenas.
Día Internacional contra la contaminación electromagnética
La fecha del 24 de junio fue establecida en 2007 para denunciar lo que Ecologistas en Acción, de España, llaman electropolución. Según ellos se creó para denunciar la “proliferación descontrolada” de antenas y redes eléctricas, y exigir reformas legislativas ante un problema emergente de salud pública. Desde entonces se organizan charlas, manifestaciones y solicitudes formales en varios países.
Aunque no es un día reconocido oficialmente por la ONU, sirve para que medios y ciudadanos hablemos del tema y aunque no podemos apagar todas las ondas, sí hay acciones diarias sencillas para minimizar la electropolución.
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La Sociedad Española de Protección Radiológica recomienda, por ejemplo:
- No llevar el celular pegado al cuerpo: usar bolsillos opacos o mochilas. Y cuando no se usa, activar el modo avión (especialmente al dormir).
- Internet por cable: en casa, conectar PC o TV por Ethernet en lugar de depender siempre del Wi‑Fi. Se sugiere apagar el router cuando no se necesite.
- Reducir aparatos inalámbricos: usar auriculares con cable en vez de manos libres Bluetooth, y preferir llamadas de voz normales (o mensajes de texto).
- Distancia prudente: mantener los dispositivos alejados de la cabeza o el cuerpo (por ejemplo, no dormir con el móvil bajo la almohada).
Estas simples precauciones –aplicadas especialmente con niños o personas sensibles– pueden reducir la carga electromagnética personal.
Además, como ciudadanos podemos exigir transparencia: participar en consultas locales sobre nuevas antenas, pedir estudios de impacto (como ya ocurre con otros contaminantes) y apoyar campañas que informen sobre el tema.
Para minimizar la electropolución, ese enemigo invisible, debemos estar atentos, compartir información y adoptar un uso inteligente de la tecnología. La radiación ambiental es inevitable hoy día, pero al conocer sus efectos y normas existentes podremos exigir que se respete nuestro derecho a un ambiente sano. ¡Actúa, infórmate y haz escuchar tu voz en tu comunidad!