Lleva más de 20 años vendiendo los mejores aguacates
Casi todos los días a la hora del almuerzo saco un aguacate, parto un buen pedazo para mí y el resto lo comparto con mis compañeros. Ese momento se ha convertido en un ritual casi obligatorio porque ese manjar le da exquisitez a cualquier plato de comida. Pero detrás de esos aguacates que tanto disfrutamos, está la historia de la Nubia Amparo Pérez Gaviria, que lleva más de 20 años vendiendo los mejores aguacates.
Muchos la conocen como la Mona y hoy quiero contar su historia porque esta mujer es un ejemplo de tenacidad, generosidad y templanza.
Por supuesto que su vida no ha sido fácil, sobre todo después de enviudar y quedar con cuatro hijos pequeños. Pero ella no se le arrugó a su destino y desde el año 2000 se convirtió en vendedora informal.
En el sector de la Alpujarra, en el centro de Medellín, lleva más de 20 años vendiendo los mejores aguacates. Yo la conozco desde 2015, cuando una compañera me habló de ella. En todos estos años he sido testigo de que esta mujer tiene un don muy especial: saber escoger los aguacates. En todos estos años nunca me ha salido un aguacate malo. Y muchos me he comido.
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“He sido muy honesta para vender, me gusta vender productos de muy buena calidad. Me gusta tratar muy bien a mis clientes y tener todo con muy buena presentación”. Así es, su don de gentes y su servicio de atención al cliente la convierten en un ser muy especial.
Es muy organizada y tiene separados los aguacates por precio: “hay de cinco, de seis y de siete”. Y después de que uno le informa el presupuesto ella empieza a buscar la mejor opción, especialmente si es una persona conocida.
No la ha tenido fácil, pero se sostiene
Llega a la plaza antes de las 3:00 de la mañana para conseguir siempre los mejores aguacates porque para ella es fundamental entregarle un producto de buena calidad a sus clientes.
Además de los avocados, vende productos de temporada: velas y faroles, en diciembre; confites para el día de los niños; o rosas para el día de la mujer. Ella siempre se rebusca para suplir las necesidades de su familia: “Para mí es muy bello saber que de este producto depende el bienestar de mi hogar y de mis hijos”.
La Mona ha tenido que sufrir los rigores de estar en la calle, al sol y a l agua. Además como vendedora informal, “las autoridades“ muchas veces sin consideración, la han maltratado.
Su sueño es comprar una casa y estuvo haciendo el esfuerzo de ahorrar. Sin embargo, una de sus hijas tiene cáncer y para su tratamiento, la Mona ha tenido que invertir buena parte de sus ingresos.
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Pero ella no se derrumba. En medio de esas situaciones complejas que ha tenido que vivir, ella todos los días se levanta con fuerza para comprar esos aguacates que hacen feliz a nuestro paladar: ” yo creo que fueron dificultades muy difíciles y que yo como madre cabeza de familia las he tenido que afrontar. Entonces digo que todos somos capaces de salir adelante”.
Çlientes empáticos
Y todo su esfuerzo también se compensa con el aprecio de sus clientes. Durante pandemia, por ejemplo, muchas personas estuvieron pendientes de sus necesidades y le ayudaron.
El año pasado en noviembre, puso un marranito para recoger “su aguinaldo”. Con el aporte de sus clientes de 500, mil o dos mil pesos fue llenando la alcancía. Ese dinero lo invirtió en el carrito para sus aguacates: “Y me dicen, ¿monita, compraste este carrito?, y yo les digo no, ese me lo dieron todos ustedes con el aguinaldo que me aportaron en diciembre”.
Ella es Nubia Amparo Pérez Gaviria, tiene 54 años y casi la mitad de su vida la ha dedicado a las ventas ambulantes. Si algún día pasas por su lado, recuerda esta historia y cómprale con tranquilidad porque ella lleva más de 20 años vendiendo los mejores aguacates del mundo.