La Pradera al límite: la incómoda verdad detrás de nuestras basuras

Fíjate que cada día, más de 3.500 toneladas de residuos llegan al relleno sanitario La Pradera desde 40 municipios antioqueños. Es como llenar el estadio Atanasio Girardot de basura… cada 24 horas. Y aunque parezca un asunto ajeno, la verdad es que tú y yo también somos responsables de esta bomba de tiempo ambiental. Ésta es la historia de La Pradera al límite: la incómoda verdad detrás de nuestras basuras.

Durante 2024, el vaso Altaír —uno de los espacios clave del relleno— estuvo a punto de colapsar. La masa de residuos presentaba una inestabilidad tal que amenazaba con generar una emergencia sanitaria de gran escala. Más de 4 millones de personas pudieron verse afectadas. ¿La causa? Una mezcla peligrosa entre desbordamiento técnico, consumo desmedido y falta de cultura ciudadana.

Pero la emergencia fue contenida. Gracias a una capitalización de $337 mil millones por parte de EPM y al trabajo de Emvarias, encargada de la operación del relleno, se logró estabilizar el vaso Altaír con una estrategia que incluyó 27 pozos para extracción de lixiviados, construcción de un dique con material rocoso, drenajes pluviales, impermeabilización del suelo natural y un sistema de monitoreo continuo con tecnología avanzada.

“Cuando se hace el trabajo con compromiso, con eficacia y se hace un uso transparente de los recursos públicos, se obtienen este tipo de resultados”, afirmó Gustavo Adolfo Castaño Galvis, gerente de Emvarias.

Pero no se trata solo de celebrar logros técnicos. La crisis en La Pradera nos deja una lección clara: no hay infraestructura que soporte una ciudadanía que consume sin medida y desecha sin pensar. Porque la gestión de residuos sólidos no comienza en los camiones recolectores, sino en nuestras decisiones cotidianas.

La buena noticia es que ya está en marcha el vaso La Piñuela, construido por un equipo de más de 1.500 personas. Este nuevo espacio garantizará la disposición final de residuos por al menos siete años más. Mientras tanto, el vaso La Música —reabierto en diciembre pasado— sigue operando con normalidad.

Aun así, no hay tiempo que perder. La emergencia ambiental en Medellín fue contenida, pero no resuelta. El verdadero cambio requiere algo más profundo: reducir, reutilizar, reciclar… y repensar.

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Ésta es la historia de La Pradera al límite: la incómoda verdad detrás de nuestras basuras y la pregunta que surge, entre los vapores de lixiviados y las capas sintéticas que cubren toneladas de basura, es simple: ¿Estamos realmente dispuestos a cambiar nuestros hábitos o seguiremos enterrando el problema?