Ese enigma inevitable que marca el fin de nuestra existencia terrenal

La muerte, ese enigma inevitable que marca el fin de nuestra existencia terrenal, ha estado presente en mi entorno cercano por estos días. Y como es una realidad que está ahí, presente, respirándonos en la nuca no podemos perderla de vista. Te invito a reflexionar sobre ella, a aceptarla y abrazarla con amor. Al final, morir en la tierra es trascender a un estado superior, es regresar a la Fuente, a Dios.

Si bien es cierto que cada religión o creencia espiritual tiene su propia visión sobre lo que sucede cuando morimos, pienso que todas ellas convergen en conceptos similares sobre el cuerpo, el alma y el destino que nos espera en el” más allá”, cuando desencarnemos.

Para muchos, la muerte no es el fin de la vida física, sino el comienzo de un viaje espiritual. Pero ¿qué sucede realmente cuando una persona muere? ¿Qué rol juegan los seres queridos en ese proceso? ¿Existen realmente el cielo, el purgatorio y el infierno?

Diferentes visiones de la muerte

En la fe cristiana, la muerte es vista como un paso hacia la vida eterna. Se cree que, al morir, el cuerpo regresa como polvo a la tierra, mientras que el alma enfrenta un juicio ante Dios. De acuerdo con tus acciones en la tierra tu alma puede ir al cielo, al purgatorio o al infierno.

El cielo es el lugar donde te encuentras y te unes a Dios; el purgatorio, un estado de purificación temporal para aquellos que no están completamente libres de pecado; y el infierno, el castigo eterno para los pecadores impenitentes.

Para los cristianos, rituales como la ceremonia religiosa antes del entierro o la cremación del cuerpo y las oraciones de los seres queridos son fundamentales, ya que estas ofrendas espirituales ayudan a interceder por el alma para que transite en paz y rápidamente por e purgatorio y llegue al cielo.

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En el Islam, la muerte es vista como el inicio de la vida eterna. Los musulmanes creen que el cuerpo físico es temporal, pero el alma es eterna. Después de la muerte, el alma espera el Día del Juicio en un estado intermedio llamado «Barzaj», donde es consciente de su destino final. Ese día, Dios juzga a la persona que ha fallecido y decide si va al Paraíso (Jannah) o al Infierno (Jahannam), dependiendo de sus acciones en vida.

En este proceso, los seres queridos juegan un rol importante, orando por el fallecido y realizando actos caritativos en su nombre, lo que puede ayudar a mejorar su situación en la otra vida.

Para los hindúes, la muerte es un ciclo más en el Samsara, la rueda de nacimiento, muerte y reencarnación. El cuerpo físico es efímero y se disuelve, pero el alma (atma) transmigra a otro cuerpo, según las acciones (karma) realizadas en vida.

El objetivo final es liberarse de este ciclo de reencarnaciones y alcanzar la moksha, la unión con el Brahman (la realidad suprema). Los seres queridos, a través de rituales como el «Shraddha» y el «Pinda», facilitan el tránsito del alma y su liberación del cuerpo terrenal.

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En el budismo, la muerte es un proceso natural en el ciclo de samsara, similar al hinduismo, pero sin un concepto de alma eterna. El «yo» se disuelve, y lo que continúa es una corriente de conciencia que renace, dependiendo del karma acumulado. Alcanzar la liberación del sufrimiento y del ciclo de renacimientos, o Nirvana, es el objetivo final.

Para un budista, la forma en que se enfrenta la muerte y las acciones en los momentos finales son cruciales para determinar el renacimiento. Al igual que en el cristianismo y el hinduismo los familiares realizan oraciones y rituales para garantizar un renacimiento favorable.

En la tradición judía, las interpretaciones sobre lo que sucede después de la muerte varían. Algunos creen en la resurrección de los muertos y en el juicio final, mientras que otros se enfocan en el «Olam Ha-Ba» (el mundo venidero) como una existencia posterior a esta vida.

El alma puede pasar por un proceso de purificación (similar al purgatorio cristiano) antes de unirse con Dios. Las costumbres judías insisten en un entierro rápido y en la recitación del «Kaddish», una oración para el descanso del alma.

Soltar y dejar ir

Muchas creencias señalan que el apego excesivo puede afectar el proceso de «trascendencia» del alma. En el hinduismo y budismo, por ejemplo, el alma puede verse obstaculizada en su viaje hacia la liberación si los familiares no dejan ir al fallecido.

En el cristianismo, las oraciones por los muertos ayudan a su purificación, pero el apego material puede ser visto como un impedimento para alcanzar la paz espiritual.

La muerte, ese enigma inevitable que marca el fin de nuestra existencia terrenal, sigue siendo un misterio universal. Sin embargo, la creencia en la vida más allá de la muerte ofrece consuelo a millones de personas, conectando lo terrenal con lo divino.