El sol no es tu enemigo, es tu aliado
Nos enseñaron a temerle al sol. A ocultarnos bajo capas de protector solar, sombreros de ala ancha y paredes de concreto. Nos advirtieron de sus peligros, pero olvidaron enseñarnos a honrar su medicina. Y el sol no es tu enemigo, es tu aliado.
En muchas culturas ancestrales, el sol era considerado un abuelo sabio, un espíritu protector, un guardián del fuego sagrado que vive tanto en el cielo como en la tierra.
Nuestros antepasados sabían lo que nosotros estamos empezando a recordar: sin sol, no hay vida. Los incas lo llamaban Inti y le rendían homenaje como padre de la humanidad. Para algunos pueblos en África, el sol era símbolo de iluminación, guía y fuerza vital. En la India, los saludos al sol (Surya Namaskar) no eran solo ejercicio: eran plegarias en movimiento.
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Tomar el sol significaba absorber con conciencia la energía solar para nutrir el cuerpo, despertar la voluntad y activar el alma.
¿Y si miras al sol con otros ojos?
Tómate un momento. Cierra tus ojos y siente su el calorcito en la cara. Es el mismo sol que iluminó a tus abuelos. Que incide en la germinación de muchos alimentos que comes, en la fertilidad de la tierra, de los animales y del hombre.
No es casual que, cuando estamos tristes, busquemos “luz”. Ni que, después de unos días nublados, el cuerpo quiera su como quien pide un abrazo.
El sol regula la melatonina (sueño), la serotonina (ánimo) y la vitamina D (huesos, inmunidad, piel). Pero, además desde lo espiritual, es energía de acción, de propósito, de claridad. Nos empuja a levantarnos, a brillar, a tomar decisiones.
Tres rituales solares para empezar a reconectar
- Baño de sol consciente
Cada mañana (antes de las 10 a. m. o después de las 4 p. m.), sal por 10 minutos y dale la cara al sol. Cierra los ojos y visualiza que te recargas como si fueras una planta. Respíralo. No hagas nada más. Solo recíbelo.
- Carta al sol interior
Escribe una carta al sol como si fuera un maestro. Pídele que te ilumine frente a algún tema que te tenga preocupada/o. Luego, pon la carta al sol unos minutos (como si él mismo la leyera). Guárdala o quémala, según lo que sientas.
- Movimiento solar
Haz un saludo al sol a tu manera. No hace falta saber yoga. Puede ser una secuencia de estiramientos, una danza libre o simplemente levantar los brazos al cielo con intención. Dedícale esa acción al día que comienza.
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En el fondo, lo que la sabiduría ancestral nos dice es simple: no vinimos a vivir en tinieblas, vinimos a brillar. El sol no solo está afuera, también está adentro. Déjalo salir.
Cuando sientas que todo está oscuro, sal a buscarlo, párate frente a él y siéntelo, disfrútalo, aprovéchalo. Recuerda que el sol no es tu enemigo, es tu aliado, tu guía, tu luz.