El médico que detectó la enfermedad de los temblores
Era un apasionado cirujano, farmacéutico, geólogo, paleontólogo, activista social… y un observador meticuloso del comportamiento humano. Nacido en 1755, James Parkinson vivió en una época de cambios radicales: el mundo se sacudió entre revoluciones políticas y descubrimientos científicos, y él se situaba justo en esa encrucijada. Fue el médico que detectó la enfermedad de los temblores.
Heredó la vocación de su padre, un médico respetado, y con el tiempo desarrolló una mirada profundamente crítica hacia el sistema médico y político de su época. No solo atendía a pacientes, también denunciaba las injusticias de un sistema que privilegiaba a las clases altas y dejaba en el olvido a los más vulnerables. En sus escritos políticos, firmados con seudónimos como «Old Hubert», clamaba por una reforma parlamentaria, el derecho al voto y mejores condiciones de vida para el pueblo inglés.
La enfermedad invisible
En medio de sus múltiples intereses —que incluían también descubrimientos fósiles y estudios sobre la historia natural— James Parkinson publicó en 1817 un pequeño tratado médico que pasó desapercibido: An Essay on the Shaking Palsy (Ensayo sobre la parálisis agitante). En apenas 66 páginas, describió con precisión los síntomas de una afección hasta entonces ignorada por la medicina: temblores involuntarios, lentitud de movimientos, rigidez muscular y una postura encorvada que, según él, avanzaba de forma lenta pero implacable.
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Lo revolucionario no fue solo lo que observó, sino cómo lo hizo: a través de la simple observación de seis pacientes —algunos de ellos vistos solo en la calle, a la distancia— logró identificar un patrón clínico coherente. Sin laboratorio ni resonancias magnéticas, solo con intuición y agudeza clínic
Sin embargo, su hallazgo fue ignorado por décadas. ¿Por qué? Porque en su época, las enfermedades mentales y neurológicas no eran prioridad médica. Los síntomas de lo que hoy conocemos como enfermedad de Parkinson eran atribuidos al envejecimiento o la locura. Fue gracias al neurólogo francés Jean-Martin Charcot, a mediados del siglo XIX, que el nombre de James Parkinson resurgió, y con él, el reconocimiento merecido a su trabajo. Charcot bautizó la afección como mal de Parkinson en su honor.
Más allá del temblor
James Parkinson, el médico que detectó la enfermedad de los temblores, murió en 1824 sin saber que su nombre quedaría grabado para siempre en la historia de la medicina. Tampoco supo que su legado se extendería a otros campos: sus estudios sobre fósiles lo convirtieron en uno de los fundadores de la paleontología británica, y su activismo dejó huella en los movimientos sociales de su tiempo.
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Hoy, cuando millones de personas en el mundo viven con la enfermedad que él describió por primera vez, su historia nos recuerda que escuchar y observar con atención puede ser el primer paso para transformar la vida de muchos seres.