Crónica de un camino a la esperanza

Mañana se cumple un año más de la Marcha de la Noviolencia y reconciliación con Caicedo.  Una movilización ciudadana, tal vez la más grande de la que haya sido testigo como periodista, que cambió la vida de quienes participamos. Para conmemorar los 20 años de este suceso, nació Crónica de un camino a la esperanza. Un documental que recoge las voces de quienes fueron testigos de uno de los acontecimientos más difíciles de nuestra historia.

En abril de 2002, unas 2 mil personas de diferentes regiones de Antioquia decidieron movilizarse de Medellín a Caicedo, para solidarizarse con sus habitantes, víctimas de la crueldad del conflicto armado.

Después de 5 días de recorrido y faltando unos pocos kilómetros para llegar a la meta, los buses que transportaban a los marchantes por ese largo y escarpado trayecto, fueron detenidos.  El mismo gobernador se bajó y trató de detener el vehículo en el que iba con mis compañeros del noticiero y los reporteros gráficos Natalia Botero de Semana y Chucho Abad.

Nosotros continuamos el recorrido hasta llegar al puente del Vaho de Anocosca.  Allí los guerrilleros nos detuvieron.  Unos minutos más tarde, llegaron caminando el gobernador Guillermo Gaviria Correa, su Comisionado de paz Gilberto Echeverri Mejía, el asesor de Instituto Martin Luther King, el padre Carlos Yepes, Zalo y El Cura (fotógrafo y camarógrafo de la gobernación) y un personaje que iba y venía con los mensajes que el gobernador y el comandante de las Farc intercambiaron durante toda la marcha.

Eran más de las 4 de la tarde y con el paso del tiempo, aumentaba la tensión en el puente.  En ese lugar, no teníamos como comunicarnos porque la tecnología no estaba tan avanzada como ahora y en ese punto no había señal para ningún celular.  No teníamos como movernos porque los guerrilleros nos tenían bloqueados en el puente y en la cola de la marcha. 

Recuerdo que Gilberto se nos acercó para pedirnos el favor de movilizar el carro del noticiero hasta Caicedo para recoger a los Arzobispos de Medellín, Santa Rosa de Osos y Santa Fé de Antioquia que habían llegado esa tarde.  Yo me negué a la solicitud porque los vehículos de la prensa deben permanecer al margen de este tipo de situaciones.  Sin embargo, Margarita la propietaria del vehículo, accedió a la solicitud y se fue, sin imaginarse que un kilómetro más adelante los guerrilleros la detendrían amenazándola de muerte.

Cuando Margarita regresó al puente y se bajó del carro, vimos que temblaba, estaba pálida, venía muy asustada.  Supimos entonces que la marcha estaba atrapada y sin salida.

Con el paso del tiempo la tensión en el Vaho aumentaba.  Minutos más tarde llegaron los obispos y con ellos, el gobernador, el Asesor de paz, el asesor de Instituto Martin Luther King, el padre Carlos Yepes, Zalo y El Cura (fotógrafo y camarógrafo de la gobernación) y un personaje de los mensajes tomaron el camino hacia Anocozca.  Esa fue la última vez que vi a Guillermo Gaviria Correa y a Gilberto Echeverri Mejía.

Nunca había sentido tanto miedo

Con el caer de la tarde, los guerrilleros fueron desapareciendo.  En medio de esa zozobra yo pensaba en mi hijo de 8 años, en mi familia.  A esa hora debían estar preocupados porque yo no me había reportado en todo el día. 

Fredy, el camarógrafo que me acompañaba, decidió caminar hasta el pueblo con el propósito de llamar al noticiero y a la casa de cada uno de nosotros. Le pregunté varias veces si estaba seguro del riesgo que corría y él me insistía que con esa cara de campesino que tenía podía camuflarse y llegar sano y salvo a Caicedo. Entonces le di el número de teléfono de mi casa, lo despedí y lo encomendé a Dios.

Hacia las 8 de la noche, regresaron los obispos y el delegado del Instituto Martin Luther King con la triste noticia del secuestro del gobernador de Antioquia y su asesor de Paz.  Minutos después la marcha se desintegró.  La mayoría se devolvió y los marchantes que eran de Caicedo, con un gran dolor regresaron a sus casas.

Margarita y yo seguimos el camino hacia el municipio. En el camino nos encontramos con Fredy y juntos llegamos a la Alcaldía.  De allí llamé al noticiero entregué mi reporte, luego me comuniqué con mi familia.  Minutos más tarde nos regresamos a Santa Fe de Antioquia para quedarnos allí y viajar al otro día para Medellín.

Cómo nace Crónica de un camino a la esperanza

Crónica de un camino a la esperanza, fue una idea que surgió de una conversación con mi hijo quien me había insistido en que comenzara a generar contenidos para mis propias redes.  Unos días más tarde soñé con la marcha y entonces sentí que era ese el tema que tenía que trabajar para mi primer documental.

Por fortuna, conté con la complicidad de Jhonathan Restrepo, un joven que conocí en mi paso por la Alcaldía de Medellín y que siempre me pareció un excelente profesional.  Además se ha apuntado a todos los proyectos que le he propuesto.

Crónica de un camino a la esperanza, es el recuento de una historia de amor, muerte y esperanza que protagonizaron los pobladores de Caicedo, en el occidente de Antioquia, quienes vivieron con valentía la crudeza del conflicto armado en Colombia, nuestros dirigentes Guillermo Gaviria Correa y Gilberto Echeverri Mejía, asesinados a sangre fría por las Farc, sus familiares y las cerca de 2000 personas que participaron, en abril de 2002, en la Marcha de la no violencia y solidaridad con Caicedo. Todos estaban y siguen convencidos de que “Si hay un camino: la noviolencia”.

 

Dirección e investigación: Matilde Alvarado Vera

Producción: Jhonathan Restrepo Vásquez

Graficación y animación: David Becerra Román