Esta revolución apenas comienza
Durante años, la industria tecnológica y científica ha sido un terreno dominado por hombres. Sin embargo, las mujeres han desafiado los estereotipos y han irrumpido con fuerza, marcando hitos que cambian la manera en que el mundo entiende la innovación. Esta revolución apenas comienza.
En Colombia y América Latina, su presencia se ha vuelto cada vez más notable, demostrando que la equidad de género es también un motor de desarrollo económico y social.
Según el Banco Mundial, la participación de las mujeres en el trabajo podría incrementar el Producto Interno Bruto mundial en un 20%. Esta estadística, lejos de ser solo un dato, es un reflejo del potencial que muchas mujeres han materializado en el campo de la ciencia y la tecnología.
Ejemplo de ello es Martha Ardila, directora regional para Centroamérica y el Caribe de Red Hat, quien ha abogado por desmitificar la idea de que la tecnología es un campo exclusivo para hombres. «Hay que cambiar el pensamiento de que este mercado es solo para hombres y desmitificar que es un campo laboral difícil. La realidad es que hay muchas opciones o rutas a elegir alrededor de la tecnología», asegura Ardila.
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Empresas como Red Hat han liderado la inclusión de mujeres en la industria, logrando que más del 20% de sus colaboradoras en América Latina sean mujeres.
Latinoamérica y sus pioneras en la revolución tecnológica
Pero Martha Ardila no está sola en esta revolución. En Colombia, se han destacado figuras como Paola Gálvez, ingeniera de software que ha trabajado en inteligencia artificial y ciberseguridad, y Adriana Ocampo, geóloga planetaria que lideró la misión que descubrió el cráter de Chicxulub, el sitio del impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios.
Otra mujer que resuena con fuerza es el de Cecilia Bouzat, neurocientífica argentina ganadora del Premio L’Oréal-Unesco. Todas ellas han desafiado los obstáculos estructurales y culturales para consolidarse como referentes en sus disciplinas.
A pesar de los avances, los desafíos continúan. La falta de acceso a formación especializada, los estereotipos de género y la brecha salarial siguen siendo barreras que impiden una participación equitativa de la mujer en la ciencia y la tecnología.
El camino hacia la igualdad: educación y oportunidades
La solución a esta desigualdad no solo está en las políticas empresariales, sino también en la educación. «Debe haber una mejor orientación sobre las necesidades y oportunidades que hay en sectores como el tecnológico, y en este punto, el enfoque de las universidades tiene un rol fundamental», recalca Martha Ardila.
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Para cambiar la narrativa, es crucial que más niñas y jóvenes tengan acceso a la educación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Programas como «Niñas en la Ciencia» en Colombia o «Mujeres en STEM» en Argentina han surgido como iniciativas que buscan romper las barreras desde la infancia.
El 8 de marzo, día de la mujer, no solo es una fecha para celebrar sus logros, sino también para reflexionar sobre lo que falta por hacer. Cada vez que una mujer ingresa a un laboratorio, programa un código o lidera un proyecto de innovación, está contribuyendo a un mundo más equitativo y tecnológicamente avanzado. Esta revolución apenas comienza.