Estamos para servir más que para informar
Hoy cuando celebramos el Día del Periodista y ha pasado tanta agua por debajo del puente, te invito a que reflexionemos sobre lo que nuestra labor implica. Ahora más que nunca, debemos tener presente que estamos para servir más que para informar.
Debo confesar que cuando salí de la universidad no tenía ni idea de la trascendencia y la importancia de mi carrera, de ser periodista. Solo lo entendí muchos años después cuando un personaje tenebroso me buscó para que lo ayudara a entregarse a las autoridades: “quiero entregarme, estoy cansado y la busco a usted porque usted es una periodista confiable. Conozco su trabajo. Confío en usted”.
En ese momento, yo quise salir corriendo. Ese personaje del que nunca supe su verdadero nombre sabía todo de mí. En los 90, aquella época, la más difícil de la historia de nuestro país, no se creía en nadie. Al contrario, se desconfiaba de todo el mundo. Ese hombre, perteneciente a un grupo armado que había dejado tantos muertos en nuestro país, me buscaba para que lo ayudara.
Obviamente sentí mucho miedo pero algo en mi corazón me dijo que confiara y lo ayudara. Así lo hice. Llamé a un funcionario de la Defensoría del Pueblo en el que yo confiaba. Él trabajaba temas de paz, tenía experiencia y era una buena fuente de información para mí. Los puse en contacto y se logró la entrega. De ahí en adelante, no supe nada más.
Hoy cuento esta historia porque en esa situación, yo tenía en un lado de la balanza, mi labor de informar y en el otro, la de servir. Esta última fue la que más pesó.
Cuál es nuestra función
Los periodistas desempeñamos un papel fundamental en nuestra sociedad: informamos sobre temas y acontecimientos relevantes de política, economía, cultura, deportes, bienestar, entre otros. Nuestro deber es recopilar, investigar, analizar y presentar información de interés público de manera imparcial y objetiva.
No somos jueces, ni gobernantes, ni entrenadores, ni funcionarios, somos periodistas. Tampoco tenemos la última palabra. Hay muchas miradas, muchas interpretaciones que dependen de lo que haya en cada mente, en cada corazón que lo vive, que lo siente o lo interpreta. Nuestra labor es contar lo que pasa en nuestro entorno para ayudar a construir, no para destruir.
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Para el ciudadano que nos lee, nos escucha o nos sigue, lo que nosotros decimos es sagrado, es casi que una verdad absoluta. Todavía me sorprendo cuando alguien que defiende su argumento sobre algún tema, remata diciendo que lo dijo x o y periodista o lo vio publicado en tal medio. Es así de contundente.
Hoy tenemos grandes retos: ser cada día más rigurosos con la información que transmitimos; más empáticos con los protagonistas de nuestras historias y más abiertos a las necesidades de nuestro público.
La primera impresión, la empatía que sentimos por nuestras fuentes de información, el dinero que genera la pauta, o el número de seguidores, no pueden ser las razones que te motiven a publicar o desechar una información. Antes de decidir, y con la mano en el corazón, pregúntate para qué le sirve a tu publico lo que vas a publicar.
Recuerda que estamos acá para servir
Hoy tenemos una oportunidad maravillosa y es que a partir de la apertura de las redes sociales tenemos toda la posibilidad de publicar todo lo que se nos antoje. ¡Pero pilas! ¿Qué le estás entregando a esta sociedad para que se fortalezca y sea cada vez mejor?
Permíteme insistirte: la mayor motivación del periodista a la hora de informar debe ser el servicio y su compromiso con la verdad y la objetividad. En un entorno saturado de desinformación, tenemos que ser guardianes de la integridad informativa.
Nuestra función es esencial para el funcionamiento de una sociedad democrática y nuestra obligación es proporcionar información confiable y transparente a la población. Los periodistas somos un puente entre los acontecimientos y el público, por eso debemos contribuir a la comprensión y el debate informado.