Ponernos en los zapatos del otro es un acto de amor

Si alguna vez se te ha hecho un nudo en la garganta al ver a alguien llorar o has compartido la alegría de un amigo como si fuera tuya, entonces conoces la empatía. Pero ¿qué es exactamente? Es la capacidad de ponernos en los zapatos del otro, es un acto de amor, es comprender sus emociones y responder con sensibilidad. Es, en esencia, un sentimiento que nos une como seres humanos.

La empatía no es una emoción exclusiva de algunas personas. Todos nacemos con la capacidad de ser empáticos. Desde muy pequeños reaccionamos al llanto de otros, lo que indica que la empatía está, en parte, programada en nuestro cerebro. Investigadores de la Universidad de Princeton han analizado la activación neuronal en infantes al percibir el sufrimiento ajeno, y sugieren que la empatía tiene una base biológica.

Por otro lado, se han identificado las «neuronas espejo», responsables de que podamos imitar a los demás y en cierta medida, sentir lo que otros sienten. Giacomo Rizzolatti, investigador de la Universidad de Parma, fue pionero en el descubrimiento de estas neuronas.

El impacto de la empatía en nuestra vida

La empatía es una herramienta poderosa en todos los ámbitos de la vida. En la familia, nos permite entender mejor a nuestros seres queridos y fortalecer los lazos afectivos. En el trabajo, mejora la comunicación y previene conflictos. En la sociedad, fomenta la comprensión y disminuye la intolerancia. En la salud, ayuda a los profesionales médicos a brindar un mejor cuidado a sus pacientes.

Fíjate que cuando practicamos la empatía, no solo hacemos que los demás se sientan comprendidos, sino que también fortalecemos nuestro propio bienestar. Estudios han demostrado que las personas empáticas tienen relaciones más satisfactorias, niveles más bajos de estrés y mayor felicidad.

Además, nuestro cerebro está diseñado para recompensarnos cuando somos compasivos: liberar oxitocina, la hormona del bienestar, nos hace sentir conectados y en paz.

Así mismo se ha demostrado que la empatía en los líderes aumenta la productividad y el compromiso de los empleados. Un estudio de la Universidad de Toronto concluyó que las personas empáticas tienen una mayor inteligencia emocional y habilidades sociales. De esta manera se mejora la convivencia, e impacta positivamente la salud mental y el bienestar general como lo confirma Greater Good Science Center de la Universidad de California, Berkeley, en sus investigaciones sobre la empatía.

Nosotras las más empáticas

Resulta que dentro de estas investigaciones se ha evidenciado que las mujeres tienden a mostrar más empatía emocional, es decir, sienten con mayor intensidad las emociones de los demás.

Un estudio del Instituto Max Planck en Alemania demostró que nosotras presentamos una mayor actividad en el sistema límbico del cerebro cuando observamos situaciones emocionales.  Esto sugiere una predisposición biológica hacia la empatía. Sin embargo, ellos también la sienten, pero la expresan de manera diferente: a través de acciones casi inmediatas.

A esto se suma también la crianza y los estereotipos de género de nuestra sociedad que también juegan un papel en cómo manifestamos esta emoción.

¿Se puede fortalecer la empatía?

La buena noticia es que la empatía se puede entrenar.  Toma nota de algunas estrategias para darle fuerza en tu vida:

  • Escucha activa: Deja de lado el teléfono y presta atención genuina a los demás.
  • Ponte en los zapatos del otro: Antes de juzgar, intenta ver la situación desde la perspectiva de la otra persona.
  • Lee ficción: Estudios de la Universidad de Toronto han demostrado que leer novelas aumenta nuestra capacidad de comprender emociones ajenas.
  • Practica la gratitud: Ser agradecido nos ayuda a conectar con el sufrimiento y la alegría de los demás.
  • Haz voluntariado: Ayudar a los demás en situaciones de necesidad despierta nuestra sensibilidad.

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En un mundo donde la indiferencia parece ganar terreno, ponernos en los zapatos del otro es un acto de amor. Cultivar la empatía mejora nuestras relaciones, y nos hace mejores seres humanos. Y tú, ¿qué tan empática(o) eres?