Kailash, la montaña sagrada que nadie puede escalar
En lo más profundo del Tíbet, donde el cielo parece rozar la tierra, se alza una majestuosa pirámide de roca y nieve que ha sido venerada durante milenios. No es una montaña cualquiera; su sola presencia emana una energía que traspasa el cuerpo y el alma. Conoce el misterio de el Monte Kailash, la montaña sagrada que nadie puede escalar.
Quienes la han visitado aseguran que su magnetismo es inexplicable, como si se tratara de un puente entre lo terrenal y lo divino.
Desde tiempos inmemoriales, hindúes, budistas, jainistas y seguidores del bön tibetano han considerado al Kailash el eje del mundo, el mítico Monte Meru. Se dice que Shiva, el dios de la destrucción y la transformación, habita en su cumbre, meditando en un estado de eterna serenidad. Su forma perfecta, sus laderas intactas y su imponente silencio invitan a la introspección, al encuentro con uno mismo y con el universo.
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Un viaje que transforma
Llegar hasta el Monte Kailash no es fácil. La altitud, los vientos helados y la falta de comodidades modernas hacen de la travesía una auténtica prueba de resistencia. Sin embargo, quienes se aventuran en este peregrinaje regresan con una sensación de paz y plenitud difícil de explicar. Es como si la montaña despojara a cada viajero de sus cargas emocionales, dejando espacio para la renovación espiritual.
El kora, la ruta de peregrinación que rodea la montaña, es un desafío tanto físico como mental. Recorriendo sus 52 kilómetros a pie, los devotos creen que pueden limpiar el karma de una vida entera. Algunos completan la vuelta en un día, otros tardan tres. Los más devotos se postran en el suelo a cada paso, sumergiéndose en un acto de entrega absoluta.
Muchos visitantes afirman sentir una energía única al caminar en torno al Kailash. Algunos hablan de visiones, sueños reveladores o una profunda conexión con lo sagrado. Otros aseguran que la montaña parece latir, como si tuviera vida propia.
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¿Por qué nadie la ha escalado?
Mientras otros picos del Himalaya han sido conquistados por alpinistas, el Monte Kailash permanece inviolado. No por falta de intentos, sino porque simplemente no está permitido. Su carácter sagrado lo protege de las expediciones humanas, y se dice que aquellos que han querido desafiar su cumbre han terminado enfrentándose a extrañas maldiciones o infortunios.
En 1926, el explorador suizo Marco Pallis intentó escalarlo, pero fue disuadido por los monjes locales. Décadas más tarde, el montañista Reinhold Messner, uno de los más célebres del mundo, también desistió. “Escalarlo sería profanar su santidad”, declaró.
Un llamado a lo esencial
Visitar el Monte Kailash no es un simple viaje, es una experiencia transformadora. No se trata de conquistar la cima, sino de rendirse ante su majestuosidad. En un mundo acelerado, donde todo parece estar al alcance de la mano, esta montaña nos recuerda que hay lugares sagrados e intocables, donde la magia sigue viva y lo más importante no es llegar a la meta, sino encontrarnos a nosotros mismos en el camino.