El origen de las piñatas: un viaje de China a América Latina

¿Conoces el origen de las piñatas? Aunque muchos piensan que nacieron en Guatemala o México, su historia tiene un origen mucho más lejano. Acompáñanos en un recorrido histórico y culturalsobre el origen de las piñatas: un viaje de China a América Latina

n la antigua China, durante las celebraciones del Año Nuevo Lunar, era común fabricar figuras de animales como bueyes o búfalos en papel de colores, que se llenaban con semillas. Estas figuras eran golpeadas con palos hasta romperse, y luego se quemaban como ofrenda para atraer fertilidad, abundancia y buena suerte.

Se cuenta que el viajero Marco Polo, maravillado por estas costumbres orientales, llevó la idea a Europa en el siglo XIII. Allí nació la palabra “pignatta” (en italiano, «olla frágil») y comenzó una nueva tradición, especialmente popular durante la Cuaresma. En España, por ejemplo, era común jugar a romper una olla de barro colgada, a veces con los ojos vendados, como parte de un acto simbólico de purificación espiritual.

Las piñatas en América: entre la evangelización y la celebración

Con la llegada de los conquistadores españoles a América en el siglo XVI, la piñata fue utilizada como herramienta pedagógica y de evangelización. Pero aquí se encontraron con una sorpresa: culturas indígenas como los aztecas ya realizaban rituales muy similares.

Durante las festividades en honor a Huitzilopochtli, dios del sol y la guerra, se colgaban ollas decoradas con plumas y llenas de frutas o tesoros, que luego se rompían como ofrenda sagrada. Esta coincidencia fue aprovechada por los frailes, quienes adaptaron el ritual indígena a la catequesis cristiana.

Fue entonces cuando surgió la piñata de estrella con siete picos, símbolo de los siete pecados capitales. El palo para romperla representaba la virtud y la fuerza espiritual. Y los dulces o frutas que caían eran la recompensa por vencer al mal. Todo un mensaje moral… ¡disfrazado de fiesta!

Guatemala y México: piñatas con identidad propia

En 1586, los frailes agustinos del pueblo de Acolman, en el actual México, obtuvieron permiso papal para celebrar las famosas Posadas Navideñas, introduciendo la piñata como parte del festejo. Desde entonces, esta tradición se convirtió en un símbolo infaltable de la Navidad mexicana.

Pero el amor por las piñatas no se quedó ahí. Con el tiempo, pasaron de los rituales religiosos a los cumpleaños infantiles, donde ahora tienen formas de personajes animados, animales, frutas o incluso políticos caricaturizados.

En Guatemala, la piñata también echó raíces profundas. Aunque llegó en tiempos de la colonia, se convirtió rápidamente en parte del folclore nacional. Un ejemplo curioso y único es la Quema del Diablo, celebrada cada 7 de diciembre, donde muchas piñatas con forma de diablo son quemadas como acto simbólico para «limpiar el alma» antes de las fiestas de la Inmaculada Concepción.

Los guatemaltecos han aportado creatividad, humor y picardía a esta tradición, dándole un toque local lleno de color y sátira.

Una tradición que sigue rompiendo fronteras

Hoy en día, la piñata es un símbolo de celebración universal. Las comunidades latinoamericanas la han llevado a Estados Unidos, y su popularidad se ha extendido incluso a países tan lejanos como Japón o Alemania.

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Ya sea en una posada navideña o en un cumpleaños, romper una piñata no es solo un juego: es participar en un legado cultural que une a generaciones, culturas y corazones en torno a la celebración de la vida.