Mi experiencia en el Festival Cuyabrito de Oro
Como ya les había contado, en esta etapa de mi vida he decidido embarcarme en nuevas aventuras para vivir experiencias que me permitan traerles las historias que, como periodista, quiero contar. Este fin de semana tuve la oportunidad de estar en Armenia, Quindío. Aquí te cuento cómo fue mi experiencia en el Festival Cuyabrito de Oro
Una motivación muy especial me llevó a este evento: acompañar a Lina María Mercado Marrugo, la nieta de una prima que es como una hermana para mí, a quien quiero muchísimo. Para Lina, mi compañía era muy importante y no podía fallarle. Así que, sin dudarlo, me subí al “bus” de esta travesía por la música andina colombiana.
Decidí viajar por carretera. Aunque la empresa de transporte prometía un viaje de seis horas, la realidad fue otra: a la ida fueron ocho horas y al regreso seis horas y media. A pesar de esto, la emoción de estar en este evento y acompañar a mi “chiquis” me mantuvo animada.
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La primera impresión es la que cuenta
Al llegar a Armenia, me dirigí al hotel, dejé mi equipaje y me encaminé hacia la sede de la Cruz Roja, donde se celebró la décima segunda versión del Festival Infantil Cuyabrito de Oro.
Al llegar, me encantó lo que vi: niñas, niños y adolescentes disfrutando de la música andina colombiana junto a sus familias. Bambuco, pasillo, guabina… géneros que solemos escuchar poco, porque hoy la radio y las redes sociales están dominadas por un solo ritmo. Y como la primera impresión es la que cuenta, este encuentro musical me enamoró.
Mientras pasaban las horas y me impregnaba del ambiente fui entendiendo por qué tiene un ambiente tan familiar. Fíjate que este encuentro nació en el seno de la familia Bastidas Colorado: Tobías, un reconocido luthier del Quindío, su esposa Melva y sus tres hijas, Natalia, Vanesa y Andrea.
Resulta que en 2001, Natalia tuvo la idea de hacer un festival para reencontrarse con las niñas y los niños que había conocido en un encuentro de música en Aguadas, Caldas. Su padre apoyó la iniciativa de su hija, y desde entonces han realizado 22 versiones del Cuyabrito de Oro, que comenzó con una sola categoría (vocal) y hoy cuenta con cinco: Vocal A, Vocal B, Instrumental, Obra inédita y Baile en parejas.
Este año participaron 25 niños, todos ellos vestidos con sus mejores trajes, representando con orgullo sus regiones.
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Una experiencia enriquecedora
Para mí, fue una experiencia inolvidable. Acompañé a Lina María en el Festival y me gocé cada una de sus impecables presentaciones. Y aunque no ganó este certamen, ella es una súper artista. Su éxito no lo define un concurso. Su disciplina, su talento y su gusto por la música la llevarán a convertirse en la estrella más brillante de nuestro espacio.
Por otro lado, soy amante de la música colombiana de la costa Caribe, de donde provienen mis raíces, por eso crecí escuchando porros, cumbias, merecumbés y vallenatos. Sin embargo, este viaje fue una oportunidad única para conectarme con la música andina colombiana. También sentí en cada acorde de guitarra y de tiple, la magia de bambucos, pasillos y guabinas.
Ver a estos jóvenes artistas, de entre 8 y 15 años, poner tanto sentimiento en sus interpretaciones me conmovió profundamente. En cada canción, pude descubrir historias de amor, dolor, anécdotas graciosas y experiencias de vida plasmadas en sus letras.
La labor de la familia Bastidas Colorado y sus amigos cercanos es admirable. Este festival es el sueño de una niña que, durante más de 20 años, ha crecido y se ha convertido en una realidad. Aunque no ha sido fácil, el Festival Infantil Cuyabrito de Oro se ha consolidado como un oasis cultural en un país donde la industria musical impone otros ritmos.
Esta fue mi experiencia en el Festival Cuyabrito de Oro. Ahora quiero invitarte a que escuches y conozcas los ganadores de su 22° versión, en mi canal de YouTube @heterodiversa.