Cuando menos lo esperas, tu vida da un giro inesperado
Desde hace varias semanas he estado desconectada del placer de escribir. No sé si por el exceso de responsabilidades que a veces me abruma; si es la situación de mis padres cada vez mas deteriorados por la edad; si obedece a un cansancio acumulado o porque cuando menos lo esperas, tu vida da un giro inesperado.
Pero como no hay mal que dure 100 años… nuevamente me senté frente al computador y comencé a escribir sobre un tema que está retumbando en mi cabeza desde hace días y está relacionado con los giros inesperados de la vida.
Si hay algo que afecta a la mayoría de los seres humanos, son los recursos económicos, especialmente si no tienes un trabajo estable o un ingreso fijo. En la actualidad los contratos de prestación de servicios con el estado se han convertido en una alternativa para cerca de 2.5 millones de colombianos.
Para nadie es un secreto que los contratistas, son la base clientelista de los políticos de turno. No en vano, aseguran los expertos, las entidades públicas son las mayores empleadoras del país.
Cada alcalde, gobernador o presidente, tiene la potestad de nombrar a su séquito de colaboradores en los pocos cargos de libre nombramiento y remoción que todavía quedan en las entidades estatales. En este grupo caben los personajes más cercanos o aquellos con quienes se hicieron acuerdos en tiempos electorales.
Por supuesto debemos mencionar también, los contratos multimillonarios que se entregan, mediante licitaciones ajustadas, a los grandes patrocinadores de campaña.
A los demás, a los que trabajaron de sol a sol repartiendo publicidad o haciendo mandados y a los “recomendados” que van llegando les dan contratos de prestación de servicios como técnicos, profesionales o asesores.
Es lógico que si trabajas con un político te den la posibilidad de un contrato. El problema es que muchas veces te toca regalar tu trabajo dos o tres meses, mientras firmas. Lo que tampoco garantiza que vas a entrar. A muchos los dejan “vestidos y alborotados”.
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Si firmaste, prepárate para trabajar de sol a sol
Cuando logras firmar tu contrato de prestación de servicios debes prepararte para las extralimitaciones de tus “jefes”. Porque, aunque bajo las leyes colombianas, este tipo de acuerdo te permite tener autonomía, flexibilidad y la posibilidad de manejar tu tiempo, la realidad es otra. Tan pronto firmas lo más posible es que te “cojan como violín prestado”, te presionen para cumplir horario y estar disponible “7 x 24” (siete días, 24 horas).
Ahora si tu recomendación proviene de alguien que no es político, siempre estarás en la cuerda floja, incluso si te destacas profesionalmente. He visto unos casos que dan vergüenza: protegidos que no hacen nada, pero como tienen una súper “palanca”, son los primeros que firman y los que obtienen los contratos mas jugosos, económicamente hablando.
Yo he sido contratista durante muchísimos años y he contado con la fortuna de estar en administraciones muy diferentes. Esto se lo debo, en parte, a mi desempeño profesional y porque paradójicamente no estoy afiliada a ningún partido político. Por supuesto, que Dios, la Vida o el Universo han hecho su parte.
La única vez que hice parte una lista de “protegidos” el político que nos recomendó tuvo diferencias alcalde de turno y nos sacaron a todos los que estábamos ahí.
Gracias a Dios me quedé sin contrato
Al principio fue muy azaroso quedarme sin contrato. Por fortuna tenía unos ahorros que me permitieron vivir durante siete meses. Ese tiempo lo aproveché para enfocarme en un proyecto que venía construyendo años atrás.
Cuando más tranquila y confiada estás, cuando menos lo esperas, tu vida da un giro inesperado. Esta nueva oportunidad me llevó a otra ciudad, a otro estilo de vida, a separarme de mi familia. Con ella también llegaron muchos aprendizajes y experiencias maravillosas. Trabajé más de lo que había trabajado mi vida, pero lo disfruté. Conocí una nueva cultura y muchas personas maravillosas que quedaron sembradas en mi corazón para siempre.
Si bien, como contratista la incertidumbre de la permanencia te acompaña siempre, después de que renuevan tu contrato, esperas que te vuelvan a llamar una y otra vez, indefinidamente. Sin embargo, cuando menos lo esperas, ¡saz!, tu vida da un giro inesperado: faltando dos días para terminar tu contrato te avisan que no te lo van a renovar.
Y es normal que cuando uno recibe semejante noticia, sienta rabia, desilusión y preocupación. Pero todo es perfecto. Lo que pasa es que uno no lo entiende en ese momento, si no después.
Hoy, por ejemplo, yo agradezco infinitamente haberme quedado sin contrato hace un par de años porque eso me permitió probarme como profesional, entender que cada cultura, que cada ser es diferente; que hay un sinnúmero de formas efectivas de comunicarnos; que no todos aprendemos igual… Y lo más importante, que gracias a eso hoy estoy donde quiero estar.