Una Nochebuena en soledad también se puede disfrutar

Para muchas personas, la Nochebuena no es una fiesta de luces ni el momento para captar el retrato familiar perfecto. Hay quienes llegan a este día con el corazón vacío, triste o en silencio: personas no comprendidas o rechazadas por sus familias, migrantes lejos de su tierra o simplemente seres que eligieron el autocuidado por encima del dolor. Sin embargo, una Nochebuena en soledad también se puede disfrutar.

En una cultura que insiste en que la felicidad se mide en fotografías grupales donde todos sonríen, o en lugares soñados o divirtiéndose, pasar la Nochebuena en soledad y en tu entorno cotidiano puede generar frustración y tristeza. Sin embargo, vivir esta situación también acercarte a la plenitud.

Siente sin remordimiento y suelta con agradecimiento

Normalizar la tristeza es un acto político y de cuidado. No todo lo que duele debe transformarse de inmediato en gratitud. Hay nostalgias que necesitan ser respiradas, no negadas. Si esta noche el vacío se siente más grande que el árbol, siéntelo, acéptalo, transítalo y déjalo ir.

Experimentar esta fecha sin familia también puede ser una oportunidad de crear tus propios rituales de pertenencia personal. Preparar una cena simbólica, aunque sea un plato sencillo que te identifique, encender una vela con intención o escribir una carta a quien fuiste y a quien estás siendo, son acciones poderosas. Enciende una luz por las versiones de ti que sobrevivieron a la exclusión y otra por las que aún buscan reconciliarse con tu historia.

Usa herramientas de PNL

Desde la programación neurolingüística (PNL), puedes probar el siguiente ejercicio de reencuadre emocional. Imagina que miras tu situación actual desde un punto de vista amoroso, como si acompañaras a alguien que está pasando por esa situación. Pregúntate qué le dirías. Permite que esa voz compasiva te hable a ti. Este pequeño cambio de perspectiva puede aliviar la culpa o la sensación de “no encajar” que suele intensificarse en estas fiestas.

Otra práctica sencilla es la visualización del círculo del cuidado. Cierra los ojos y visualiza a todas las personas, reales o simbólicas, que te sostienen: familiares, seres queridos, vecinxs, comunidades virtuales. Imagina sus rostros rodeándote, abrazándote, aeptándote. Esa imagen interior reactiva la sensación de pertenencia.

La escritura terapéutica también puede acompañarte en este tránsito. Escribe una carta dirigida a tu familia biológica o elegida. No es para enviar, es para ti, para ayudarte en tu proceso. Permítete decir todo lo que callaste, lo que agradeces, lo que dolió, lo que necesitas liberar. Cuando termines, sentirás un peso menos en tu vida. 

También puedes redactar una lista de gratitud mínima de tres cosas que posees y valoras. Estas palabras, aunque no sean compartidas, ordenan el alma.

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Si extrañas la conexión humana, busca espacios de comunidad digital que transmitan calidez y respeto. Existen grupos que celebran rituales virtuales de Nochebuena, donde leer un poema o compartir una vela encendida se convierte en acto colectivo de sanación.

Esta noche, solo debe brillar tu presencia. Quizás no haya familia a tu alrededor, pero hay una historia viva dentro de ti, latiendo con fuerza. Que esta Nochebuena, aunque distinta, sea un gesto de amor propio, una cita contigo mismx, sin máscaras ni exigencias, donde el silencio se vuelva hogar y donde descubras el maravilloso ser que eres.

Recuerda que la vida tiene altos y bajos, claros y oscuros, eso es lo que la hace maravillosa, aunque no lo creas. Disfrútala como venga. Una Nochebuena en soledad también se puede disfrutar.

¡Feliz Navidad!