De los dedos a la justicia

En el amplio campo de la criminología, pocos avances han tenido un impacto tan profundo como la dactiloscopia. Esta técnica, que permite identificar a las personas a través de sus huellas dactilares, ha transformado la manera en que se resuelven crímenes y se imparte justicia. Pero ¿cómo nació este método revolucionario y quién fue su creador? Aquí te cuento la historia de la dactiloscopia: de los dedos a la justicia.

En 1891, un inmigrante croata llamado Juan Vucetich llegó a Argentina buscando un futuro mejor. Trabajaba como oficial de policía cuando le asignaron la tarea de desarrollar un sistema de identificación más eficaz.

En aquella época, la identificación se basaba en métodos rudimentarios como la antropometría, un sistema creado por el francés Alphonse Bertillon, que medía diferentes partes del cuerpo. Sin embargo, este método tenía limitaciones significativas y era susceptible a errores.

Vucetich, con una mente inquieta y un profundo sentido de la justicia, comenzó a estudiar las huellas dactilares, un área que ya había captado la atención de algunos científicos en Europa y que nunca imaginaron que ahí encontraría el corto camino de los dedos a la justicia.

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Inspirado por los estudios de Sir Francis Galton, quien había establecido que las huellas dactilares eran únicas para cada individuo, Vucetich se dedicó a perfeccionar un sistema de clasificación que fuera práctico y fácil de usar en el campo policial.

En 1892, Vucetich puso en marcha su sistema de identificación dactilar en la policía de Buenos Aires. Este sistema no solo era preciso, sino también rápido y accesible. Este fue el inicio oficial de la dactiloscopia.

La dactiloscopia en acción

Uno de los primeros casos que validó la eficacia de la dactiloscopía ocurrió en 1892 en la ciudad de Necochea en Argentina.  Allí, Francisca Rojas, una madre desesperada, acusó a un hombre de haber asesinado a sus dos hijos. Sin embargo, cuando se analizaron las huellas dactilares encontradas en la escena del crimen, se descubrió que coincidían con las de la mujer. Con este hallazgo  quedó claro que Francisca asesinó a sus hijos.

Este fue el primer caso que demostró la capacidad de la dactiloscopía para esclarecer la verdad sobre un crimen.

Diez años más tarde, en Inglaterra ocurrió otro suceso significativo. El caso de Harry Jackson, un ladrón que dejó una huella dactilar en una ventana rota mientras robaba una casa.  Este incidente marcó la primera condena en el Reino Unido basada en evidencia dactilar. De esta forma se consolidó la dactiloscopia en el sistema legal británico.

También en 1910, en París, la dactiloscopía jugó un papel crucial en la resolución de un caso que involucraba a los gemelos Stratton. Aunque los gemelos eran idénticos, las huellas dactilares recogidas en la escena del crimen fueron suficientes para identificar a uno de ellos como culpable, destacando así la importancia de la individualidad de las huellas dactilares. Los gemelos Stratton fueron condenados a muerte.

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El lado inesperado de la dactiloscopía

En 1956, un hombre en Chicago ideó un plan para extorsionar a una compañía aérea. En una carta dirigida a la aerolínea, amenazó con hacer explotar un avión si no se le pagaban una gran suma de dinero. Para evitar ser identificado, el hombre tomó precauciones: utilizó guantes para escribir y manipular la carta, pensando que así no dejaría ninguna huella.

Sin embargo, lo que no sabía era que, incluso al usar guantes, el sudor de sus manos podía filtrarse a través de ellos y dejar marcas sutiles en el papel. Estas marcas, invisibles a simple vista, podrían ser reveladas y analizadas por expertos en dactiloscopia.

En este caso, utilizando técnicas un poco más avanzadas, los investigadores lograron identificar las huellas que el extorsionista había dejado inadvertidamente en la carta. Esta evidencia fue suficiente para rastrear y arrestar al hombre, demostrando que, aunque se tomen precauciones, es difícil evitar dejar algún rastro cuando se trata de huellas dactilares.

Otro caso inesperado se dio en 2004, cuando un hombre intentó ingresar a Japón de manera ilegal, y para evitar su identificación decidió tomar una medida drástica: quemarse las yemas de los dedos. Él pensaba que, al destruir sus huellas dactilares, no habría forma de que lo identificaran.

Pero se equivocó porque las huellas tienen una capacidad sorprendente de regeneración. Así que, aunque las huellas de este hombre no estaban completamente restauradas, los expertos en dactiloscopia pudieron analizar las crestas y patrones residuales que habían quedado. Con estas pistas, lograron reconstruir parcialmente sus huellas. El hombre fue arrestado, y su intento de evadir la ley fracasó debido a la precisión y minuciosidad de la dactiloscopía.

El Día Internacional de la Dactiloscopía

El 1 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Dactiloscopia, porque coincide con el día en que Vucetich comenzó a trabajar en su sistema dactiloscópico que encontraría el camino de los dedos a la justicia.

La dactiloscopia se utiliza en todo el mundo para resolver crímenes, identificar personas y garantizar que se haga justicia. Los casos emblemáticos y las curiosidades asociadas a esta técnica evidencian su importancia en la sociedad.